Sánchez planea exigir a Montero que asuma su error y a cambio el Gobierno no reformará la malversación
De regreso en Madrid, Pedro Sánchez tiene que dar una solución urgente a la polémica generada en torno a la ley del sólo sí es sí. Es su máxima prioridad, junto al debate sobre la reforma de la malversación, que esta semana centrará la actividad parlamentaria con el pleno de la sedición. De nada le sirvió poner tierra de por medio esta semana, estando de viaje en Bali y Corea de Sur, si con ello creía que amainaría la tormenta. Todos, tanto en el partido, como en Moncloa, como entre sus socios, le exigen que se moje. Y cada una en una dirección contraria. El presidente, de nuevo en Moncloa, analiza este fin de semana las distintas respuestas que puede dar y las consecuencias derivadas de todas ellas. «No es una decisión fácil», señalan en su entorno. Sánchez estudia ofrecer a Podemos su renuncia a cumplir el compromiso de reformar la malversación, algo que rechaza Podemos, a cambio de que Igualdad acepte los errores y permita una modificación light de la ley, algo a lo que se niegan.
La mayoría de los escenarios, para calmar los ánimos en su propio partido, pasa por reconocer que el Gobierno se equivocó en la redacción del texto normativo de la ley del sólo sí es sí. Eso obligaría a desautorizar a la ministra de Igualdad, Irene Montero, y de rebote, pondría en peligro el acuerdo de coalición. En ningún caso se contempla el cese de Montero. De acuerdo, con lo firmado en noviembre de 2019, entre él y Pablo Iglesias, Sánchez no puede cesarla. Podemos ya ha dicho que «la ley no se toca» y, por tanto, Pedro Sánchez debería imponer su criterio, bien con una reforma integral de la norma, o con una disposición transitoria. Ambas decisiones chocarían de frente con el rechazo de Igualdad a admitir que la ley tiene fallos.
Pero Sánchez, a la espera de estudiar con profundidad el texto y hablar con los ministerios correspondientes, parece que optará por seguir esperando. Tal como dijo el pasado miércoles en Bali (Indonesia), tras participar en la cumbre del G20, «vamos a esperar a ver qué dice el Tribunal Supremo». Un pronunciamiento que, por mucha prisa que se den los magistrados del alto tribunal, no llegará antes de un mes. Cuatro semanas en las que el Gobierno tendrá que aceptar con resignación la excarcelación y la rebaja de condenas a agresores sexuales que soliciten una revisión de sus penas. “Demasiado tiempo y un daño irreparable” explicaba este sábado, en conversación con OKDIARIO, un barón socialista. Por ahora el presidente no ha dado muchas más pistas.
En su equipo, por eso, creen que hay una solución intermedia que podría ser aceptada por todas las partes. Con Podemos en contra de reformar el delito de malversación, algo que favorecería a los líderes del procés, pero también a corruptos como el socialista José Antonio Griñán, Pedro Sánchez está dispuesto a sacrificar un compromiso con ERC y con una parte de su partido para ofrecerlo a los morados como moneda de cambio. Rechazo del PSOE a la reforma del delito de malversación, aunque sea a costa de incumplir y cabrear a Esquerra, y cesión de Podemos a admitir los errores en la ley de sólo sí es sí y abrirse a una modificación. Algo que, de paso, cumpliría con la estrategia que el presidente ha seguido durante estos días: evitar una defensa explícita de su ministra y dejar que se queme en solitario.